Llega octubre y todos nos ponemos en “modo otoño”. En Asturias comienza la recogida de la manzana para elaborar la sidra, se acerca la época de los amagüestos… y también llega Halloween, esa costumbre tan rechazada por unos y tan defendida por otros que parece haber venido con fuerza de Estados Unidos. Pero, ¿sabías que esta celebración tiene un precedente de origen celta? Hoy queremos hablaros del Samaín.
Orígenes:
Asturias, al igual que otras zonas del noroeste de la Península, tiene muchas reminiscencias de la mitología y cultura celta. Una de ellas es la fiesta del Samaín o Samhain, celebrada en la noche del 31 de octubre. El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura y la mitad clara. Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura, a partir de noviembre. Por eso el 31 de octubre era considerado por los celtas como día de transición entre ambas mitades y como el Año Nuevo Celta. Era también momento de celebrar el final de la cosecha y hacer balance de la misma.
Además, había la creencia de que era un día en el que la frontera entre los vivos y los muertos se diluía, por lo que aprovechaban para hacer ofrendas a los espíritus benignos y tratar de ahuyentar con máscaras y con hogueras a los malignos.
También era costumbre vaciar nabos y ponerles dentro velas, que servirían para iluminar y guiar a las almas de los difuntos hacia la luz y el descanso.
Otra tradición en esta noche era reunirse en familia para asar y comer castañas, ya que los celtas creían que por cada castaña consumida se liberaba un alma.
¿Verdad que todo esto te suena? Efectivamente, parece que este es el origen de los amagüestos (o magüestos, magostos…) que a día de hoy seguimos disfrutando cada otoño en Asturias. Y también de las famosas calabazas de Halloween (parece ser que fueron los irlandeses los que llevaron esa tradición a EE.UU., pero se sustituyeron los tradicionales nabos por calabazas al no haber producción de los primeros en esa zona). Como puedes ver, esta es una más de estas tradiciones “de ida y vuelta”, surgida en este caso de la cultura celta, llevada al otro lado del charco y traída de nuevo a Europa con leves modificaciones pero con gran parte de su esencia.
¿Y de dónde viene el nombre de Samaín? Pues parece ser que su etimología viene a decir “fin del verano”, pero también se habla de que el origen tiene que ver con Samas, divinidad de la mitología celta, que se ubicaba bajo la tierra, se relacionaba con la regeneración de la vida.
El Samaín en Asturias:
En algunos pueblos asturianos se celebra de manera tradicional este festejo. Por ejemplo, en zonas de las cuencas mineras, como Mieres, en el Día de Difuntos era costumbre dejar comida y velas en los caminos para iluminar y honrar a las almas en procesión (lo que se conoce en la mitología asturiana como la Güestia o la Santa Compaña).
Otros eventos como los ya mencionados magüestos, se han mantenido desde entonces.
Los niños también estaban implicados en estas tradiciones y era y es común en algunas poblaciones de nuestra región el organizar para ellos talleres en los que tallar calabazas o aguinaldos en los que, en ocasiones disfrazados o con la cara cubierta con cenizas, se pide comida casa por casa (en este caso sin el americano “trick or treat”). Ahora sabemos que todo parte de este mismo origen.
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